El mundo atraviesa por una revolución digital que está transformando de manera dramática no solamente la forma de comunicarse, de hacer negocios, de trabajar, de estudiar, sino también la forma misma de vivir. Casi podríamos decir que esta revolución digital conlleva la revisión misma de cómo ser humanos.
De hecho, una de las grandes promesas que conlleva, desde el punto de vista de los teóricos, es la posibilidad de que muchas de las actividades realizadas tradicionalmente por los seres humanos y que conllevan tiempo y desgaste físico y emocional, sean automatizadas, liberando para los seres humanos tiempo que podrán utilizar en labores creativas y culturales.
En ese contexto también se están produciendo cambios trascendentales en la manera de informar, de hacer periodismo, de generar contenidos, de hacer comunicación y marketing.
Cuál es el papel que deben jugar las empresas y los individuos en este escenario de comunicación digital, democratizada, pero afectada en su calidad, en su credibilidad y en su ética.
El surgimiento de las plataformas digitales ha generado toda una revolución en el negocio de los medios de información en el mundo, que de una u otra forma termina afectando a las cooperativas. Todos los medios impresos, televisivos y radiales han tenido que abrir su versión digital, a la vez que nacen nuevos medios originalmente digitales, y todos tienen que competir contra blogueros, youtubers, influenciadores y redes sociales, que se han quedado con gran parte de las audiencias, sobre todo las más jóvenes. Y con ellas, muchos recursos de financiación de los anunciantes.
Todo esto ha generado dos fenómenos complementarios que constituyen un desafío no solamente para los empresarios de los medios de información sino para las empresas, los Estados y el conjunto de la sociedad.
Por una parte, la democratización que supone la comunicación digital, ofrece a las audiencias innumerables opciones de informarse y divertirse, y a las empresas, innumerables posibilidades de comunicarse con sus grupos de interés, de hacer posicionamiento, marketing digital, comunidad.
Pero también también significa la pérdida de poder de los medios masivos de información, en favor de un flujo caudaloso e incontrolable de información en red, sin responsabilidad ni garantía sobre la calidad, la veracidad y la ética de la información, así como riesgos de fake news, de manipulación de la información y de ataques contra las instituciones, incluidas las empresas.
Un mundo sin medios de información, en manos de informantes anónimos y fake news, puede ser un futuro por completo indeseable. Por eso, tenemos que preguntarnos cuál es el papel que deben jugar las empresas y los individuos en este escenario de comunicación digital, democratizada, pero afectada en su calidad, en su credibilidad y en su ética. Debemos preguntarnos de qué manera podemos trabajar en conjunto con los medios de información, con el Estado, con la academia y la empresa privada para preservar el cumplimiento adecuado del derecho a la información y el ejercicio del periodismo.