Zygmunt Bauman, el notable sociólogo, filósofo y ensayista polaco, hablaba de las redes sociales como el nuevo opio del pueblo, y en la trampa de la modernidad individualista desde donde solo se puede ejercer un activismo de sofá. Y esta posición pesimista en un mundo actual aparentemente hiperconectado nos debe alertar sobre el arraigado fenómeno del consumo masivo de contenidos efímeros y desechables.
Pero también es cierto que la consolidación de la Web. 2.0 – que en términos generales es la transformación de los antiguos receptores pasivos de información en lectores creadores y a un espacio verdaderamente abierto y participativo- representa una trascendental oportunidad para evolucionar del modelo individualista hacia experiencias colaborativas y recíprocas.
Además de lo anterior, las herramientas virtuales en manos de todos (o casi todos), la gratuidad de gran parte del contenido de internet, la facilidad para compartir contenidos y la omnipresencia de lo virtual, crean un campo creciente de posibilidades para llegar a todas partes con un mensaje específico y generar transformaciones. Hoy, cuando ya se habla de la Web 3.0, estas alternativas se antojan infinitas.
Incursionar en el comercio electrónico (e-Commerce), por ejemplo, es una tarea de bajo costo que pueden proponerse las empresas solidarias
Sin embargo, en un país como el nuestro, donde más de la mitad de la población no tiene acceso a internet, problema especialmente marcado en la ruralidad, las opciones de impactar a través de este medio son más limitadas, de allí que en el Plan Nacional de Desarrollo se tenga la meta de alcanzar, a 2022, al menos el 70% de la población con acceso a banda ancha.
Este panorama no debe ser ajeno para nuestras organizaciones, de un lado les exige estar a la vanguardia, con proyectos, herramientas y productos innovadores para no verse relegadas de la tendencia actual y hacer de los espacios virtuales y de las redes sociales aliados permanentes para su fortalecimiento.
Incursionar en el comercio electrónico (e-commerce), por ejemplo, es una tarea de bajo costo que pueden proponerse las empresas solidarias con el apoyo de programas del Estado como los que ofrece MINTIC, dado que según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico, este tipo de comercio representa el 1.5% del PIB nacional y tiene gran potencialidad de crecimiento, cerca del 20% cada año. Hoy el 19% de los cibernautas colombianos compran por internet.
Por otro lado, las insta a planear y ejecutar iniciativas creativas que permitan ofrecer todas sus ventajas a comunidades que por ahora no cuentan con los beneficios que ofrece la conectividad. De allí que sigan siendo efectivas estrategias donde se vinculen las radios comunitarias, los periódicos locales y los encuentros con comunidad, entre muchas otras.
En este marco de la era de las redes sociales, el sector solidario debe seguir trabajando por su permanente modernización -y como lo ha hecho siempre- sin olvidar que por encima de máquinas, tecnología y cambios permanentes, lo más importante son las personas.