La crisis ha reducido los ingresos de millones de familias. Con o sin covid en sus comunidades, un par de cooperativas de mujeres indígenas resisten los efectos del confinamiento, menor movilidad y cierres de fronteras que han obstruido los caminos para sus clientes. Como parte de las estrategias para dar salida a sus productos, las redes sociales se han vuelto el principal canal comercial.
“Estamos aquí sobreviviendo porque con este virus no se puede recibir gente y por lo tanto cae nuestra economía. No tenemos ingresos, pero sí gastos”, resume Rufina Edith Villa Hernández. Ella lleva la administración del hotel Taselotzin, negocio de Maseual Siuamej Mosenyolchicauanij (Mujeres indígenas que se apoyan), una cooperativa que desde hace 36 años se conformó en Cuetzalan, Puebla, para dignificar el trabajo de las mujeres de la región.
La reducción de los recursos es casi absoluta. Antes de la pandemia, el principal ingreso de las 100 socias era el hotel Taselotzin, donde ofrecen hospedaje, servicio de alimentos, temascal y medicina tradicional, entre otras actividades. La falta de visitantes originó una caída “casi total” en los ingresos. La alternativa ha sido fotografiar la artesanía realizada por las socias y promover su venta en Facebook para hacerla llegar vía paquetería.
Algo similar pasa con Café Najá, que produce la cooperativa de mujeres Nich Capeel (Flor de café). A Zaragoza, en Ocosingo, Chiapas, no ha llegado la enfermedad que ha copado sistemas de salud y resultado en millones de fallecimientos. Eso no quiere decir que sus efectos económicos no se han propagado hasta esta comunidad de la Selva Lacandona.
“Mucho cambio nos dio esta pandemia. No han salido muy bien los productos como antes”, dice Aurora Ruiz Méndez, socia de Nich Capeel. “Antes podíamos llevar por acá, por allá. Ahora casi no, por la pandemia, por la situación que estamos pasando. Aunque a nosotros no nos afecta en la comunidad, a nuestra cooperativa sí. A veces hay pedidos que no podemos entregar, casi no hemos salido bien con esto”, dice.
Organismos financieros internacionales advierten que 2020 representó la mayor caída en la actividad económica desde la Gran Depresión. La crisis significó un retroceso de 10 años en el acceso al mercado laboral para las mujeres, expuso el miércoles pasado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Villa Hernández detalla que en Maseual Siuamej Mosenyolchicauanij desde inicios de la pandemia se adelantaron algunas medidas. Se tomaron fotos a las artesanías de telar de cintura, de bordado a mano y cestería de jonote; de los productos herbolarios, jabones, pomadas. Las imágenes fueron publicadas en Facebook para promover su venta. Se empezaron a hacer cubrebocas bordados, “es algo, hay un poquito más de trabajo para las compañeras”.
Se hizo un anticipo de las utilidades y también se entregaron despensas el año pasado y éste “porque sabemos que la necesidad es grande”, dice Rufina. El hotel está abierto, pero casi no hay servicios, “los atractivos a visitar están cerrados” en un municipio ecoturístico.
“Estamos tratando de aguantar, de salir por nuestra cuenta, con lo poquito que todavía tenemos de nuestro fondo, de nuestro guardadito, de lo que hemos venido trabajando (…) Seguimos intentándolo, seguimos buscándole porque es la única forma”, explica.