Por Marco Casarín
Director general de Microsoft Colombia
Tomado de Diario Portafolio
Desde hace unos años, hemos visto cómo la transformación digital ha impactado en la manera como vivimos, nos conectamos y trabajamos. Y la enseñanza y el aprendizaje no han escapado a esto: los estudiantes y la forma como aprenden, crean y comparten también han cambiado, así como pasará con los lugares donde trabajarán y las habilidades que poseerán. Los sistemas educativos que hoy conocemos se crearon para una economía y sociedad que ya no existen.
Nos encontramos ante un nuevo paradigma que nos obliga a repensar no solo la manera como aprendemos y enseñamos, sino en las nuevas habilidades tecnológicas que las nuevas generaciones necesitan desarrollar, por eso debemos actuar ya para entender cuáles son esas nuevas capacidades y desarrollarlas para que estén equipadas y enfrenten los retos que el mercado laboral les demandará.
En Latinoamérica, 163 millones de personas entre 15 y 29 años enfrentan no solo altas tasas de desempleo e informalidad, sino la falta de oportunidades para aprender y adquirir las habilidades que les ayudarían a convertirse en empresarios o entrar en un mercado que está pidiendo profesionales con capacidades que aún no estamos enseñándoles. Los estudiantes de bajos recursos, los de las minorías étnicas y los que viven en zonas rurales tienen menos probabilidades que sus pares de obtener estas habilidades críticas en la escuela. Mientras el desempleo entre los más jóvenes preocupa cada vez más, los sistemas educativos no están produciendo suficientes graduados en los campos de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Hoy, se satisface solo el 33 por ciento de la demanda mundial de empleados con habilidades tecnológicas. El porcentaje de empleos que requerirán capacidades tecnológicas aumentará a 77 por ciento en menos de una década.
En medio de este preocupante panorama, es inspirador ver que lo que no ha cambiado es el compromiso de los educadores por fortalecer a las nuevas generaciones para desarrollar su potencial y lograr cosas asombrosas, como sucede en Colombia, en donde, con pocos recursos y armados con su determinación, han logrado romper moldes e introducir nuevas maneras de hacer clases y de pensar sus currículos a través de la tecnología. Hernán Darío López, docente de ciencias sociales del Colegio Marsella de Kennedy (Bogotá), conecta a sus estudiantes con pares de otros países del mundo a través de skype, los ha llevado a pasear virtualmente por las pirámides de Egipto y complementó la lectura de un libro de Mario Mendoza con una entrevista de sus alumnos al autor. La pérdida de la asignatura se y la evasión de clase se redujo; Eduardo Pérez, desarrolló con sus alumnos del colegio Rafael Uribe (Cúcuta) cómics digitales y videos que han sido determinantes para solucionar problemas de matoneo y violencia en su escuela, entre muchos otros ejemplos. Todos asistieron al Microsoft Education Exchange, en París, y compartieron sus historias con otros profesores del mundo, representando la creatividad y la dedicación de los docentes colombianos. Ellos son los verdaderos motores de la transformación del país.