En este espacio, de León reseña la manera en que nació la Caja Popular Mexicana en 1951, debido a la necesidad de generar desarrollo, y gracias a la convicción de cambio y progreso de algunos hombres y mujeres.
Destacó que, “Con pocos pesos y grandes bríos, miles de personas se sumarían a la creación de las llamadas cajas populares por todo el país, con un lema vigoroso: ¡Por un capital en manos del pueblo! El P. Manuel Velázquez, figura fundacional en el surgimiento y desarrollo del movimiento, me decía que buscan –primero— crear un modelo educativo y después, económico”.
Un aspecto importante en esta columna, es la manera en que el comunicador cuenta cómo el ADN solidario empezó a incrustarse en los mexicanos, pues los cajistas hacían sus propios abonos a préstamos y ahorros, y se capacitaban para gestionar ellos mismos, como voluntarios, sus cooperativas nacientes.
“Hoy son 8 millones de socios que celebrarán los 70 años de la fundación de la primera cooperativa de ahorro y préstamo en México; los servicios financieros que brindan son altamente competitivos en comparación con la banca tradicional”, asegura Juan Pablo, y concluye exaltando el éxito de este modelo implementado en el país Azteca, en el que pocos creían hace 70 años.
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