Una encuesta de la Agencia Catalana del Consumidor muestra que la crisis del coronavirus ha despertado en una parte de la ciudadanía una visión crítica sobre el modelo de consumo alimentario actual. El informe señala, según la UOC, que el 60,5% de los catalanes tiende a pensar que la pandemia favorecerá un consumo más responsable, sostenible y justo.
Un texto de la UOC también afirma que, además, los diversos confinamientos han provocado un crecimiento notable de las compras por internet en todo el Estado español, con un aumento del 92% en volumen y del 114,5% en valor, según datos agregados de consumo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Esta transformación en los hábitos de compra y en la sensibilización sobre el modelo alimentario también puede tener implicaciones en el desarrollo de modelos alternativos y de proximidad, como las cooperativas de consumo agroecológico, en el que productores y consumidores interactúan para favorecer un consumo de productos alimentarios basados en la agroecología.
Relación justa
«Se trata de iniciativas basadas en una relación justa entre productores y consumidores, en la que, a la vez que se fomentan el consumo de productos de proximidad y el aprovechamiento óptimo de los recursos naturales y sin productos químicos sintéticos u organismos modificados genéticamente, también se tiene en cuenta el impacto social y político de la producción de alimentos », explica Ricard Espelt, miembro del grupo de investigación DIMMONS del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC.
El investigador ha liderado un estudio, publicado en la revista “Journal of Rural Studies”, en el que analiza el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y del modelo organizativo en las posibilidades de crecimiento de estas cooperativas. Los resultados muestran que las organizaciones que han profesionalizado algunas de las tareas tienen una adopción digital más buena y más posibilidades de escalabilidad.
El confinamiento
«El confinamiento domiciliario resaltó la naturaleza real de nuestro modelo de consumidor. Las largas colas de gente con mascarilla para comprar comida y artículos esenciales a los supermercados y, en paralelo, la organización de pequeños productores en internet son dos fenómenos que ilustran muy bien la naturaleza real del modelo alimentario actual», ha explicado Ricard Espelt.
«En este momento de sensibilización, tenemos que trabajar para favorecer un cambio de escala en términos de consumo local. En este marco, nuestra investigación quiere averiguar si las cooperativas tienen la posibilidad de tener otra escala de impacto, y también quiere estudiar el papel de las tecnologías de la información en esta escalabilidad».
Plataformas digitales
El estudio estudio se ha centrado en el papel que tienen las plataformas digitales y las redes sociales en la red de agroecología de Barcelona, que, con 56 cooperativas y 177 proveedores, tiene el número más alto de este tipo de cooperativas del Estado español y es una de las diez zonas más destacadas en el mundo. Estas organizaciones representan más de la mitad de las actividades de la llamada «economía social y solidaria» (ESS) de la ciudad, que representa un 7% de su PIB.
«La expansión de la digitalización en este sector desde la década de 2000, cuando las tecnologías digitales se convirtieron en más accesibles, asequibles y más fáciles de utilizar, ha tenido un papel destacado como facilitador de la red entre los agentes que participan, y se ha convertido en un elemento clave característico del nuevo cooperativismo agroecológico de consumo», ha explicado a los medios el investigador.
Organizaciones autogestionadas
A partir de entrevistas cualitativas y del análisis de los contenidos de las webs, la investigación ha estudiado los niveles de adopción digital, pero también ha evaluado el cumplimiento de los principios de la economía social y sostenible de comercio justo y cooperación, y el nivel de profesionalización de las organizaciones.
«La tradición cooperativista de la ciudad ha mostrado cierta resistencia a establecer estructuras profesionalizadas y ha favorecido un modelo determinado de consumo -organizaciones totalmente autogestionadas con un recorrido fuerte, pero, al mismo tiempo, probablemente ha limitado la escala de crecimiento. Esta investigación también trata de dar respuesta a este debate sobre el impacto de la profesionalización», explica Ricard Espelt.
Soberanía alimentaria
Los resultados muestran que las TIC se han convertido en un instrumento muy útil para la interacción entre cooperativas y consumidores, y la mayoría las emplean. Aun así, hay diferencias significativas entre las cooperativas profesionalizadas -el 100% de las que ha adoptado una plataforma digital- y las que tienen una gestión totalmente voluntaria, en el que la adopción se da en el 82% de los casos.
En cuanto al uso de software libre o de código abierto, sólo el 34% de todas las plataformas cooperativas utiliza este tipo de entorno. «A pesar de que estas organizaciones parten de un favorecimiento de la soberanía alimentaria, que va ligada a la voluntad de tener el control sobre la alimentación y decidir unas reglas del juego que den un espacio de justicia social entre consumidores y productores, no hay la misma atención sobre la soberanía tecnológica, es decir, sobre el control de la tecnología y los datos», subraya el investigador.