Pese al Acuerdo de París, en el cual se establecieron medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero – EGI, el 65% de la electricidad en el mundo sigue siendo producida por combustibles fósiles.
Los países de la Unión Europea que hacen parte del Pacto Verde, tienen como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para el 2030, y para alcanzar esta meta, es necesario que la producción de energía sea ecológica y generada únicamente por plantas de energía renovable.
Para cumplir con este objetivo, las iniciativas en todo Europa se siguen multiplicando y en España, no es la excepción. Cada vez son más las cooperativas de energía que se conforman con el fin de producir energía para los locales, mediante iniciativas ciudadanas. Es decir, una energía de autoconsumo, donde no sólo se gestionan de una manera eficiente los costos, la distribución y el ahorro de energía, sino que también se aporta a la reducción de gases de efecto invernadero.
Los residentes de las zonas rurales se están organizando para producir su propia energía mediante la figura cooperativa, donde los miembros, a través de asambleas deciden aspectos como la instalación y la gestión de paneles solares, y la cantidad de energía que necesitan. Esta forma de hacer cooperativismo no sólo funciona cómo suministro energético, sino que le permite a más personas contar con este servicio en donde empresas tradicionales no llegan.
Estas iniciativas no sólo se dan en la zonas rurales sino también en la zonas urbanas. En París, por ejemplo, las comunidades están instalando sus propios paneles solares en los techos de sus viviendas para almacenar la energía, usando baterías recicladas de vehículos eléctricos. Esta nueva forma de adquirir energía, de aportar al medio ambiente y de hacer cooperación, también abre paso la tecnología, ya que al momento, es posible intercambiar energía solar entre los vecinos a través del blockchain.