Lol Chuy es solo una de las seis cooperativas de artesanas textileras con las que cuenta este municipio de 1.227 habitantes, y emplea a más de 30 personas, en la que ya participan algunos hombres.
Magali Pech, representante de la cooperativa, cuenta cómo la tradición del bordado se ha transformado, pues antes, las mujeres lo hacían porque no podían salir de sus casas a realizar otras actividades, pero ahora, lo hacen bajo la figura de empresa cooperativa, en el fin de generar bienestar a sus comunidades. “Nosotras ya retomamos el bordado para rescatar nuestra cultura, nuestra tradición”, asegura.
Uno de los datos que revela el artículo, es que las prendas confeccionadas a mano (y por tanto exclusivas) de estas cooperativas, son comercializadas en países como Colombia, Panamá y Estados Unidos.
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