“Educar a una mujer es educar a una familia”

La Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO) está empoderando a las mujeres de 20 comunidades de La Paz, El Salvador, con un proyecto que invierte 150 mil dólares para fortalecer sus cooperativas.

Por Evelyn Machuca

Adaptado de: laprensagrafica.com

Margarita está por cumplir seis años al frente de la Cooperativa Almejas del Pacífico, situada en el caserío San Cristóbal, en Santiago Nonualco, La Paz. Tiene 46 años, seis hijos y siete nietos. Asumir el cargo como presidenta no fue fácil: en primer lugar, porque cuando llegó encontró aquello “lavado”, tras un desfalco del presidente anterior; y en segundo lugar, porque no han sido pocas las veces que ha tenido que suspender cualquier actividad personal dentro de su hogar para viajar a la capital o a La Libertad a atender sus obligaciones como lideresa de la organización.

La vida en su caserío es difícil: allí se sobrevive a base de pesca y de agricultura, pero durante la pandemia no solo estuvo prohibido salir a pescar, sino que cuando lograban hacerlo solo obtenían productos para su propio consumo, porque no podían salir a vender; y, aunque hubieran podido, nadie tenía dinero para comprar nada.

Por décadas, tanto la actividad pesquera como la agrícola habían sido una tarea para los hombres, jefes de hogar, hasta que Margarita tomó las riendas de Almejas del Pacífico y logró agenciarse tres proyectos con los que está empoderando a las mujeres de su comunidad.

Dos de esos proyectos los ha auspiciado la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO: uno consistió en la construcción de un Módulo de Buenas Prácticas y otros en la construcción de una granja para la crianza de pollos de engorde. El módulo sirve para la manipulación de sus productos de pesca y de granja.

“No es un cargo fácil, le digo, porque yo nunca había tenido un cargo así y porque yo agarré esta cooperativa sin un solo centavo. Antes éramos 72 socios, pero se fueron 32, porque el señor que estaba antes hizo malas gestiones con el dinero que nosotros reuníamos cada semana; y no quiero hablar mal de él ni criticarlo, pero nosotros queríamos salir adelante y venir él a agarrar un dinero que a todos nos cuesta fue bastante feo”, recordó.

De las 40 personas que ahora son socias, 29 son mujeres, una característica fundamental para la FAO, que escogió a 20 cooperativas en el departamento de La Paz para desarrollar el proyecto denominado “Cooperativas”, cuya inversión total asciende a 150.000 dólares y a través del cual están siendo beneficiadas unas 400 personas socias de estas cooperativas y sus familias.

“Se hizo un diagnóstico de las necesidades de estas cooperativas, algunas son pesqueras, otras agropecuarias, otras de servicios múltiples, y se identificó que, a pesar de que tienen hasta 10 años de estar legalmente constituidas, no conocían ni cuáles son las funciones de una junta directiva. Cosas que para la gente parecen básicas para ellas no están claras; por esa razón, uno de nuestros principales objetivos como FAO es fortalecer sus capacidades tanto en organización como en producción”, explicó la coordinadora del proyecto y especialista de género e inclusión social de la FAO, Cecilia Velasco, quien detalló que de las 20 cooperativas beneficiadas, siete tienen a una mujer como presidenta, dos más están constituidas solo por mujeres, las otras 11 están conformadas por una mayoría de mujeres y todas están “en situaciones de vulnerabilidad durísimas”.

Tan duras como el hecho de que el terreno donde funciona el Módulo de Buenas Prácticas de Almejas del Pacífico y donde construyeron la galera para la crianza de pollos no cuenta con agua potable ni con energía eléctrica; y cuando hay llenas, se inunda de agua y se corre el riesgo de que se ahoguen las crías de pollo.

Solo ese terreno les costó $3,500 y para pagarlo hubo que hacer malabares: rifas, ventas de comida y hasta carreras de cinta en bicicleta. “Había veces en que hasta nos quedábamos sin darle de comer a nuestros hijos para pagar este terreno. Ahora me llaman para ofrecerme más crédito, pero asustados hemos quedado, porque en los bancos no lo andan esperando a uno, la cuota tiene que estar a como dé lugar”, apuntó Margarita.

“Solo un pasaje para ir al MAG (Ministerio de Agricultura), hasta Santa Tecla (La Libertad), ¿cuánto cuesta? Vamos limitadas y siempre vamos tres. Nos vamos con 10 dólares y con eso nos tiene que alcanzar también para desayunar y para tomar agua, ya para almorzar no alcanza. A veces otras socias no quieren ir, pero yo les digo: ‘Si no van conmigo a aprender todo lo que yo estoy aprendiendo y si no se van a meter a donde yo me meto… porque viera hasta los lugares que me he ido a meter para conseguir proyectos’”, agregó. (…)

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