Septiembre 26 de 2019. Una cooperativa de gitanas en España da trabajo a mujeres excluidas socialmente y las aleja de la caridad o del amparo de las Administraciones. “Mulleres Colleiteiras” evitó el año pasado el vertido de 101.122 kilos de aceite a la red de alcantarillado.
Fuente: Diario El País
Sonia Gabarri tiene 21 años y vive en el poblado coruñés de As Rañas en España. Forma parte junto con otras gitanas del colectivo Mulleres Colleiteiras. Constituido hace cuatro años como una cooperativa sin ánimo de lucro que recoge el aceite usado de freír o el de las latas de conserva que desechan los coruñeses, para evitra que vaya al alcantarillado.
Comenzaron puerta por puerta con una furgoneta en el popular barrio de Montealto. Su labor fue reconocida por el Ayuntamiento de A Coruña en 2016.
Juan Aradas, miembro de Arquitectura Sen Fronteiras Galicia e impulsor del proyecto, de 64 años, explica desde su tienda de restauración de sillas en el centro de la ciudad que “no se trata de que sean las más ricas del poblado, sino de que vivan como el resto de personas”.
Sonia reside con sus padres en el asentamiento de As Rañas, igual que Montse Gabarri, de 21 años. Soraya y Violeta Romero, hermanas de 22 y 26 años respectivamente, se han independizado y comparten un piso de protección oficial en A Coruña. “Trabajamos para que se vayan del poblado. Las hemos obligado a vivir en la ciudad”, afirma Aradas.
“La inclusión no consiste en organizar un equipo de fútbol de gitanos”, explica Aradas con un discurso alejado del oficialismo. “Tiene que haber mestizaje. Un guiso no se puede hacer con una cosa solo”, ilustra.
Por su parte, Susana Peña, gerente contratada de la cooperativa, explica las dificultades del proceso: “Las mujeres que formaron parte del colectivo al principio no se adaptaron por la presión que recibían de sus familias”. Esta coruñesa con gran experiencia en la economía social llegó a desempeñar un cargo que al principio no consideraron pero que resultó imprescindible para despegar. “Mi trabajo consiste en no tener que trabajar aquí algún día”, resume medio en broma, medio en serio, con la mente puesta en que un día las gitanas manejen la cooperativa sin ayuda externa. Peña les enseña a mandar un correo electrónico con la ruta del siguiente día en un documento adjunto, redacta con ellas los métodos de trabajo o convence a sus padres de que pueden coger el autobús solas. “Al principio, si una de las dos hermanas se ponía enferma, la otra no venía a trabajar”, explica refiriéndose a Violeta y Soraya.
Soraya lleva dos años trabajando de tiempo completo en esto. Gana 735 euros y acaba de sacar la licencia para conducir el automóvil usado que compró. “Se me ha abierto más la mente. A mis amigas les doy un poco de envidia. Soy independiente”, relata enfundada en una camisa morada con bolsillos. Sonia también sueña: “Me encantaría conducir la furgoneta pronto”, añade esta joven que prefiere “el flamenco más puro que a Rosalía”.
El proyecto auna inserción social y cuidado del medio ambiente. Mulleres Colleiteiras evitó el año pasado el vertido de 101.122 kilos de aceite a la red de alcantarillado, lo que mejora la eficiencia –y reduce los costos– de la depuradora pública de aguas residuales Edar Bens, que da servicio a casi medio millón de habitantes (A Coruña, Arteixo, Oleiros, Cambre y Culleredo). La cantidad recuperada en 2018 fue casi el doble de la grasa que recogieron en 2017.
Desde el año pasado retiran el aceite usado de los comedores de Inditex (en Arteixo, un municipio de 31.534 habitantes pegado a la capital). Acaban de firmar un convenio con Eroski para operar los 50 puntos de recogida que existen en sus supermercados de la zona. Y el Ayuntamiento de Coruña va a instalar otros 20 contenedores en 2020, que se sumarán a los 65 existentes.