Noviembre 26 de 2018. El Comité de Equidad de Género de Cooperativas de las Américas, se une a las voces de las personas que claman por un cese de la violencia contra la mujer. La Violencia contra la Mujer se ha convertido en la catástrofe más grande de nuestro tiempo: una de cada tres mujeres ha sufrido violencia durante su vida y si trasladamos este dato a que la mujer representa el 50% de la población mundial estamos hablando de una gran epidemia.
En palabras de Margaret Chan, Directora General de la OMS, “esto representa un problema de salud (pública) mundial de proporciones epidémicas, porque las mujeres que han sido abusadas física y sexualmente son más propensas a contraer VIH, tener un aborto, depresión, lesiones y presentar trastornos por consumo de alcohol u otras drogas.
Si añadimos el componente de los asesinatos mal llamados pasionales, en los que el 38% de las mujeres son asesinadas por sus compañeros o ex compañeros dejando como resultado una estela de infantes huérfanos y traumados sin ningún tipo de garantía de una adultez sana, sin duda estamos viviendo una gran calamidad que deja al más indiferente de los mortales estupefacto.
La agresión contra las mujeres y las niñas debe llevar al mundo a una seria reflexión sobre sus causales. No se trata solo de negarle el derecho a la equidad e igualdad en su diario actuar (en el trabajo o en el hogar), sino más bien de negarle su derecho a vivir en paz y sin mutilaciones. La agresión es un gran problema de salud, aunque la expectativa de vida de las mujeres sea más alta que la de los hombres, existen en la actualidad una serie de factores sanitarios y sociales que hacen que la calidad de vida de la mujer se vaya deteriorando de manera alarmante.
Hoy en día no es opcional poner freno a la violencia contra la mujer; es sin duda una prioridad que debe estar en la agenda de todo estado o institución que reconozca a la mujer como una ciudadana con igual derecho a vivir como sus pares varones. Es impostergable la toma de decisiones que beneficien a las mujeres con códigos legislativos que preserven su vida y la de su descendencia.
La educación de todo estado debe propiciar modelos más sanos de convivencia y tolerancia, debemos educar para la paz, que las nuevas generaciones comiencen a crecer sin los códigos de violencia e intolerancia actuales, dando como resultado una convivencia más sana, sin inequidades entre hombres y mujeres. Es sabido que las actitudes de los varones agresores muchas veces se originan en una niñez llena de violencia y de maltrato contra sus madres y hermanas, dando como resultado un patrón repetitivo que pone en mayor riesgo su capacidad de no reproducir conductas aprendidas en su infancia.
Los factores que inciden en la violencia son muchos y variados, y tanto sean sociales como particulares exponen a las familias a graves riesgos de desintegración. La sociedad tiene una deuda moral y social con la población;, sus autoridades deben emplearse a fondo para detener la ola de violencia que amenaza con destruir los cimientos mismos de la humanidad.
Una vez más, las mujeres debemos aunar esfuerzos para preservar la integridad propia y de la familia, comenzar a educar para la detección del maltrato a nuestras pares, a aportar herramientas que preserven la sana crianza de nuestros infantes y a pedir a los gobiernos la implementación de políticas públicas que generen un ambiente de seguridad para la ciudadanía, y que inviertan recursos en el desarrollo de programas que frenen la violencia y hagan cumplir las leyes para detener la impunidad de los agresores.
Las cooperativas como entidades responsables y basadas en un cuerpo de principios y valores deben elevar su voz de alerta para que la violencia no continúe mermando la calidad de vida de las mujeres y las niñas, promover una cultura de paz y educar para los cambios necesarios en las conductas individuales y en la convivencia social.
Basta Ya de impunidad, Ni una Mujer más!!!
Xiomara Núñez de Céspedes
Presidenta Comité Regional de Equidad de Género de Cooperativas de Las Américas